La inteligencia de amenazas se ha convertido en una pieza crucial de la ciberseguridad.
Ayuda a determinar, de forma proactiva, qué amenazas representan los mayores riesgos para las empresas.
La información generada por estas prácticas nos permite conocer qué amenazas se han dirigido, se dirigen o dirigirán a las organizaciones, sus empleados y sus clientes, afectando la pérdida de ingresos, la reputación de la marca, la desestabilización de las operaciones y más.